domingo, 22 de enero de 2017

A Carlos Gardel

Ni siquiera en el aire, fue en el suelo, sin altura, sin gloria y sentido,
donde un soplo fatal, desconocido, cortó tus alas y rompió tu vuelo.
un instante  no más y un amplio velo de sombra y de misterio estremecido
ya te cubre, la  noche ha descendido sobre tus pasos, entre tierra y cielo.


Lengua de fuego de siniestro alcance, sella tus labios en infausto trance,
de azar sin freno y de siniestra suerte, y del destino en la sangrienta garra,
te marchas hoy  con todo y tu guitarra, “gardelizando" el tango de la muerte...

domingo, 30 de octubre de 2016

A Trujillo

Hoy vuelvo a ti, pueblo de mi niñez,
De mis primeras  letras,
De mis juegos infantiles,
De mi esperanza inquieta,
Oh Trujillo de todas mis querencias,
Donde nacieron de mi corazón las alas,
Donde conocí el sol de los venados
Y el rumor sencillo de las alboradas

Yo recuerdo tus calles empedradas,
Los niños jugando en las acequias.,
Los  toldos blancos el día del mercado,
Las recuas que llegaban jadeantes y cansadas,
Tus campesinos risueños y cordiales,
la paz que habitaba en el paisaje
Y multiplicaba cultivos y rebaños.

Hoy  estás suspendido en el tiempo,
Atado en el recuerdo. Con tus calles
Solitarias, tus ventanas entreabiertas
Y tus casas que le dan asilo a la nostalgia
Una honda tristeza te llega con la tarde,
En cada rosa tienes un pétalo de sangre.

Dónde están tus hombres campesinos?
Mis compañeros de infancia,
Humildes y sencillos
Como el son de las campanas,
Como el eco  en la distancia.
En que tumba clandestina?
En que sitio de tu tierra ensangrentada….?
Dime, el horror que sembraron en tu suelo
Es también un pedazo de la patria?

sábado, 8 de octubre de 2016


Lunes, 4 de enero de 2016


Ven, acercate a mi, dame un abrazo,
rompamos sin temor esa distancia,
quiero sentir la fiebre de tu pecho
y el latido tierno de tu loco corazón...


...

jueves, 22 de septiembre de 2016

Visita a Trujillo, Valle - Julio 12 de 2011

Transcripción de la nota manuscrita por Volney Naranjo Rodríguez el 12 de julio de 2011 en el libro de visitas del Parque Monumento a las Victimas de Trujillo del Centro Nacional de Memoria Histórica. (http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/multimedias/MemoriasExpresivasRecientes/Memoria_H/valledelcauca/parquemonumento/index.html)


Trujillo,12 de Julio de 2011

Hoy he vuelto a este pueblo que quiero y que siempre llevo en mi recuerdo. He vuelto con la carga nostálgica que va acumulando el recuerdo de los seres queridos y de las cosas que amamos. 

La humildad y la sencillez de las cosas simples que nos vieron crecer se agrupan en el hondón del alma para hacer más lacerante la memoria. 

Puede ser que un día y no tan lejano esta región y la patria entera logre la paz que permita la convivencia feliz de sus moradores. 

Con afecto

Volney Naranjo Rodríguez 

domingo, 18 de septiembre de 2016

A LA GAITANA



Eterna piedra que labró mi raza, en verde alborada vegetal,
azules cerros en que humana  forma dejó su presencia vivencial.
Se llenaron de estatuas las montañas por manos de escultores milenarios
que dejaron en la piedra y en la arcilla el tributo a su pueblo legendario.
Timaná comandaba aquel  ejército de los hijos de la cordillera,
que no tuvo enemigos en la sierra, ni siquiera en los buitres y ni en las hienas.


No sospechó jamás aquel cacique, que otras gentes venidas de otro cielo,
mancharían la sangre de su tribu con el crimen en su propio suelo.
Amarrado a un botalón como una fiera, y llevado sin piedad hacia la hoguera
fue su  joven figura calcinada, para escarnio y dolor de toda América.


Pero no conocían los salvajes de la reina del imperio su entereza,
y la Gaitana con sus propias manos le cobró a Pedro de Añasco su vileza,
con sus uñas le sacó los ojos y lo ató de los pies a la cabeza,
y  llevó de cabestro aquella bestia para vengar el crimen en su tierra.


Es la Gaitana la dignidad de América, es el rechazo a todas las infamias,
es la protesta de toda nuestra indiada contra el invasor de sus almas y sus tierras.

domingo, 11 de septiembre de 2016

EL TANGO ES:

El tango  es  el desparpajo y la franqueza de nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado…
Es el duro golpe de la miseria  al ver la pobre viejecita lavando ropa ajena al pié de un pileton.
Es el dolor y la soledad de me encerraron muchos años en las sórdidas gayolas  y una tarde me largaron…
Es la reflexión de pensar que hace diez años fue mi locura, que llegue hasta la traición por su hermosura,  que viví de mala fe,  me tuvo de rodillas sin moral hecho  un mendigo cuando se fue  y esto que hoy es un cascajo fue la dulce metedura donde yo perdí el honor
Es la desolación de mi noche triste, siempre llevo biscochitos pa tomar con matecito como si estuvieras vos y si vieras la catrera  como se pone cabrera cuando no nos ve a los dos
Es el dolor y la soledad de la muerte de  yira yira, cuando mires que a tu lado se prueban las ropas que vas a dejar
Es el dolido  reclamo de ahora no me conoces, me borró tu ingratitud! Aunque dejes mi alma trunca…..
Es la suplica de no, no me abandones lo grita el corazón, jamás te molestare, seré una sombra a tus pies tirado en algún  rincón, te lo suplico por dios no me quites  el calor de tu cariño y tus besos
Es el rechazo airado y concluyente de no te perdono más, inútil es que llames, inútil es que clames de nuevo  mi  perdón
Es el natural deseo de trascender  de  abandonar una vida de  sufrimiento, restricciones y miseria, abandonar el percal, ir al centro, triunfar  y cambiar el percal  cambiar de estatus.
Es la inocencia y la ingenuidad de chorra, entre  todos me pelaron con la cero, tu silueta fue el anzuelo donde yo me fui a ensartar, se tragaron vos la viuda y el guerrero…
Es la reflexión filosófica de cambalache práctica y materialista de  entender que el mundo fue y será una porquería en el  506 y en el dos mil también.
Es aceptar que cuando nos aproximamos al declive, el hombre como el caballo, afloja el tren de carrera y se hace manso y dulzón;
Es saber  que el olvido nos abre goteras en el alma y nos pone, como  a un duende   a  caminar y a buscarla, a nombrarla en las sombras de la noche,
Es saber que nuestra dignidad la pisotean, que hay que ahogar  en vino las penas que nos devoran, que hay que fingirle amores, admiración  cuando es necio  y si es cobarde temores
El tango es aceptar como en que va cha che, que no hay verdad que se resista frente al billete de  moneda nacional, que la  honradez la venden al contado y la moral la dan por moneditas  y al final
Es entender que el amor es un sentimiento  militante y vital  en los seres humanos que hoy queremos más que ayer pero menos, mucho menos que mañana..

domingo, 4 de octubre de 2015

Palabras para mi Hermana Gloria, en sus Primeros Ochenta Años

Querida hermana   Gloria: nos reunimos hoy en tu nombre los seres más cercanos a ti,  por los caminos de la sangre y del afecto.
Has llegado a la respetable edad de  ochenta años. A esta edad, la mayoría de los seres humanos,  están muertos o decrépitos y tú, tan campante, llena de lucidez y alegría, valiéndote por ti misma, apoyada en tus  propias energías, luminosa y radiante, serena y apacible, como una nave cruzando la alta mar con  todas tus luces encendidas.
Desde esa  cumbre de tu edad dorada puedes mirar  con satisfacción y orgullo el largo recorrido y la huella  de la  faena que vas dejando  en medio de quienes te queremos  y admiramos.
Y sorprende, para satisfacción  de todos,  que esa lozanía  de tus años de mujer joven y hermosa, haya hecho tránsito al dulce y sensible  ejercicio  de tu carácter en la natural jerarquía de tu entorno cotidiano de  mujer octogenaria.
Este acontecimiento, doméstico y familiar que celebramos hoy, y que de seguro te ha provocado algunas reflexiones, tus ochenta años que por muy poco son los  míos, también a mi me trae inquietudes  y pensamientos.
Iniciamos el  tránsito por el  camino fulgurante  de la vida con todas las desventajas, con todas las de perder. No nos dieron viáticos de marcha, no tuvimos herramientas para defendernos ni abrirnos paso en esa selva de dificultades  y  contradicciones de una sociedad perversa , no nos aleccionaron primero y tuvimos que hacer en cada vuelta, en cada recodo del camino existencial, un aprendizaje forzoso que nos enseñó el  duro pero fascinante  ejercicio de  existir.
Parodiando a Estanislao  Zuleta, podemos  afirmar que no nacimos en un nido de rosas ni hemos navegado en un mar de mermelada. Y  que todas las  dificultades, limitaciones y carencias han sido el medio natural en que se han desarrollado vidas como las nuestras, ya con tan largo kilometraje.


Vivíamos  en Saavedra Galindo, en cercanías de la Piedra. Te acuerdas…? En un inquilinato, en eso que el lunfardo Argentino llama “conventillo”. En las cantinas de la esquina, en sus rockolas, sonaban tangos y tonadas,  que hoy, setenta años después, todavía siguen sonando en mi  memoria  como un  ritual contra el olvido.


Nada teníamos en esa época distinto a nuestra agresiva  juventud y a nuestra esperanza. Hoy, no nos queda nada de la primera y quizás sí, un poco  de la segunda, ya la vida se nos fue y  solo nos toca actuar como notarios, como veedores de una historia que a grandes saltos reseñamos en estas páginas.


Te acuerdas de doña Nieves, curvadita, doblada  por el peso de sus 107 años, con su larga cabellera  negra, caminando  por entre un reguero de  hijos,  nietos y bisnietos y de doña Ana, tu mamá, que a los cien cumplidos, nos esperaba por las tardes sentada en el corredor de la casa? Querida hermana, si la herencia de la genética es cierta, que es la única que tenemos, te esperan  muchos años de vida.
Pero fíjate hermana, aprendimos algo fundamental. Aún dentro de nuestras carencias y limitaciones, aprendimos  que hay una  felicidad al alcance de los pobres, lejos de los grandes lujos, ostentaciones y valores. La felicidad está en abrazar los hijos, en la reunión familiar del comedor, en tender los lechos de blanco en nuestra casa modesta, en contemplar la paz en la mirada apacible de nuestro perro y levantarnos tarde los domingos después de contemplar la luz que entra doblada por debajo de la puerta, al decir de Castro Saavedra.
Y nos volvimos  expertos en viajes fabulosos, recorrimos países de ensueño y maravilla, paisajes multicolores y diversos sin salir de nuestras cuatro paredes. Iniciábamos el viaje entrando por la carátula de los libros, recorríamos sorprendidos página por página y salíamos al final fortalecidos  y renovados de  experiencia tan enriquecedora.
Y cuando optaste por un hogar y por volverte madre, tu encargo fue al por mayor, ingenua, creías en la economía de escala y te despachaste con siete hijos y adoptaste otro, olvidando que en tu casa  eras la mamá y el papá.

Y tuvisteis el valor de criarlos y educarlos y te alcanzó el amor y la ternura para tus seis mujeres y dos varones, a quienes cobijaste con el dulce manto de tu  afecto sin par, y hoy están todos  aquí, rodeándote con las caricias, los mimos y el cariño que merece una madre tan especial  como tú.
Estas  palabras  las digo aquí, por el mandato de todos tus hermanos, de todos tus hijos y de mi propio corazón y sentimiento. Y de manera especial,  en nombre de los que no están, de los que se han ido. Ellos son las sombras protectoras que tenemos, ellos son la luz que ilumina nuestro  trasiego por este  camino  de valles y colinas  que es la vida. Que sigas cumpliendo  tan campante.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Plegaria para un Hombre Nuevo

Plegaria para un Hombre Nuevo


Amo el lenguaje de las flores, 
la universal bandera de la paz,
la mano extendida del amigo 
y el rumor de la espiga al germinar,
Amo el verde vegetal de las praderas, 

al riachuelo que no acaba de pasar,
al sol que calienta los rebaños 

y que nunca se cansa de alumbrar.

Odio los cañones humeantes, 

los campos cubiertos de alambradas,
el fusil  en el hombro del  hermano, 

sin saber porqué tendrá que disparar.

No quiero la guerra, 

ni el dolor ni la tragedia.
Y no quiero la  tristeza que amilana el corazón,
no quiero la vida mutilada, 

no quiero las fronteras,
ni odiosas talanqueras, 

que sólo exista una bandera
y un ciudadano universal.






sábado, 19 de septiembre de 2015

Discurso en el Paraninfo de la Universidad de Caldas

Discurso en el Paraninfo de la Universidad de Caldas 

Discurso pronunciado en el evento de lanzamiento del libro ¨Clemente Díaz: música para guitarra¨ de Jorge Gonzalez Correa, ganador del premio nacional de investigación en música del Miisterio de Cultura de Colombia año 2009.

El acto de esta noche fortalece el espíritu y nos reconcilia con la vida.

El empeño de la Universidad de Caldas en promover la investigación sobre la obra de un compositor colombiano, para este evento la del maestro Clemente Arnaldo Díaz Sánchez, nos obliga a aceptar que persisten en nuestra sociedad valores que en el declive cultural del país presumíamos desaparecidos ya.

La globalización de moda ha vuelto universal las culturas de los países que producen la tecnología, al tiempo que arrasa las manifestaciones típicas, folclóricas y nacionalistas de los países pobres que les sirven de campo de expansión.

De todas las expresiones de las bellas artes, LA MÚSICA es sin duda, la victima principal de este proceso.

De un lado el afán mercantilista y especulativo de los empresarios del medio y la falta de formación cultural, logró deteriorar a niveles de asombro el gusto popular, y, del otro la piratería y el tráfico ilegal hicieron el resto.

La única batalla cierta y eficaz contra este azote de la modernidad para defender la cultura de los pueblos de economías débiles o dependientes hay que darla desde la Universidad, y esto es lo que hace la de Caldas y que materializamos y celebramos con este evento memorable.

El conocimiento es el remedio que rescata y restituye la dignidad y la superación de las comunidades y que hace iguales a los hombres.

Nuestros hijos y más aún nuestros nietos, la mayoría de la música que escuchan es extranjera, y, desconocen las canciones que arrullaron y cantaron sus padres y abuelos.

Un reciente informe de la Sociedad de autores y compositores de Colombia, Sayco, muestra la realidad del drama, el universo musical que se mueve en el país está integrado por ciento cincuenta mil canciones colombianas y tres millones de extranjeras. Uds., pueden sacar conclusiones.

Proteger y promover la cultura y la formación estética con base en una información científica y real es contribuir a formar mejores Colombianos, despertando el interés por conocer nuestra tradición e identidad.

La música es la parte melódica o cantada de la sociología. En ella los pueblos dejan la impronta de sus luchas, de sus procesos de desarrollo, de sus anhelos y tendencias, de sus formas y costumbres laborales, de cómo se vive el amor o como se sufre el desamor. La música es la cédula de identidad de los pueblos y naciones.

Todo el reconocimiento para la Universidad de Caldas.


Para el profesor y maestro Jorge González y para quienes conforman su equipo de investigación y de trabajo, felicitaciones por tan encomiable labor y por sus maravillosos resultados que facilitaran para los estudiosos de la música colombiana y para las instituciones docentes especializadas, un material invaluable en el acerbo e inventario del acopio artístico y cultural del país.
A los intérpretes que cumplen esta noche la tarea de comunicar la obra musical de Clemente a través de las guitarras y de su sensibilidad, nuestro reconocimiento y gratitud.

Ahora quiero, con el permiso de Uds., hacer una alusión personal. La vida me dio el regalo de conocer a Clemente cuando ambos éramos apenas unos mozalbetes.

El desde entonces dedicado con todo rigor al estudio de la música, y yo un bohemio empedernido, perdido en empeños inútiles, utópicos y románticos que después de mucho rodar me llevaron a ninguna parte.

En el libro que esta noche se entrega, consigno todo lo que pienso y siento por el artista, el amigo y ser humano excepcional que es Clemente.

Hoy la vida, diversa y variada, nos da la oportunidad de compartir este escenario maravilloso en un acto que nos honra y llena de justo orgullo.

Clemente puede sentir la satisfacción del deber cumplido. Y yo debo admitir en presencia de Uds., de manera cordial y fraterna la infinita alegría que siento por habérseme permitido hacer para su obra unas notas biográficas sobre una personalidad que conozco bien y con cuya amistad se enriquece mi existencia.

Para finalizar, ruego a ustedes el permiso para una intima confesión. Yo, como Uds., también tengo bajo el pecho un corazón que me late, a veces con dificultad pero late, y llego a Manizales, a “Manizales del Alma”, con la emoción que despierta en mi, saber que estoy en la tierra caldense, la tierra de mis antepasados, en la tierra que prodigó la vida a los seres que han constituido mi norte y mi guía y que son la razón de mis mayores afectos. Estar cerca de Salamina, la cuna de mi padre, me hace sentir su sombra protectora.

Un abrazo muy fraterno y afectivo para todos. Y para la universidad, mis respetos y agradecimientos por tan grandiosa gesta.

A Clemente mi eterno reconocimiento y admiración.

domingo, 18 de enero de 2015

PALABRAS PARA EL AMIGO JORGE RAMÍREZ



Hoy no venimos a enterrar un muerto, llegamos hasta este lugar de reposo para sembrar un amigo. Vamos a dejarle al limo noble de la tierra vallecaucana el encargo de multiplicar con su savia las virtudes  y el carácter de Jorge Ramírez Moya.  
Dijo el pensador español que “la amistad ha de ser como la sangre, que llega siempre a la herida, sin esperar que la llamen” y fieles al filósofo, aquí estamos tus amigos, Jorge,  cumpliendo el rito doloroso de acompañarte hasta  tu última morada.
Jorge fue un caleño raizal. Nació ochenta y siete años atrás, cuando el siglo pasado aún era   joven, y en la loma de San Antonio, en el seno de una familia de tradición y costumbres que lo enaltecieron empezó a desarrollar su formación y amor por el trabajo, valores que volvió bandera  de su  periplo vital.
Tuvo  la extraña y rara costumbre de hacer fortuna de una manera exótica: trabajando y siendo honrado. Estas  particularidades de su vida lo acompañaron hasta la muerte.
Cuando Cali era apenas una tentativa de ciudad y el andaba en plena  juventud, en compañía de  su hermano, crearon y fundaron la empresa conocida como “PLATERIA RAMIREZ”, una verdadera institución industrial y comercial que durante muchas décadas ha estimulado la economía y el empleo en nuestra urbe, y en su línea y especialidad es  un ícono de la vallecaucanidad.
Alguna vez, en una tarde de nuestras habituales tertulias me contó que se sentía muy orgulloso de haber creado el primer supermercado de joyas en Colombia, donde la gente de todos los estratos hacía cola  frente a las cajas de pago.
Parodiando al poeta podemos decir que nada de lo humano le fue ajeno. Fue hombre de hogar y padre ejemplar, deportista de alto rendimiento. Fue campeón nacional de bolos en repetidas ocasiones y al servicio de esta disciplina recorrió la mayoría de los países del mundo llevando la representación colombiana, pescador de buen nivel y practicante de las actividades náuticas, cuando decidió retirarse del ejercicio profesional de las actividades deportivas se dedicó a viajar, a conocer y a mirar con ojos apacibles y serenos los distintos lugares y rincones del universo que le faltaban.
Hoy, al lamentar la partida de Jorge, que nos desgarra y lastima el corazón, sabemos que deja  funcionando para Cali y en manos de sus seres más queridos empresas  que son el testimonio de un esfuerzo prolongado en el tiempo, como Bolerama, un establecimiento que atiende  la urgencia de recreación de grandes sectores sociales de nuestro medio.
Debo confesar hoy aquí con tristeza, y  este es un sitio de confesión, que no fui yo el más íntimo y más cercano de los amigos de Jorge Ramírez, y si tengo  el privilegio de ocupar esta tribuna para manifestar un adiós colectivo es porque  tanto su familia  y  los seres  más próximos  en su afecto me han hecho la solicitud de que cumpla aquí el difícil pero honroso encargo de hacer unas frases en nombre de los amigos todos de la cofradía del Café Gardel. No sé si lo haga bien, pero sí sé que lo hago con todo el respeto, el sentimiento y la solidaridad que la amistad obliga.
El Café Gardel, ese sitio de tertulia cotidiana donde todas las tardes llegamos a recalar con nuestra carga de pesadumbre y de nostalgia o de reprimidas alegrías y optimismos recientes, es para todos nosotros una especie de zona  sagrada. Allí llegamos todos, unos por unas razones, otros por otras, pero todos las tenemos. El  Café es una especie de templo pagano donde ofician todos  los dioses y se dan todos  los milagros. El milagro de la amistad, el de la confidencia, el de la controversia o la comunión entre amigos y en especial el milagro de la tolerancia y la comprensión.
Allí llegaba todos los días Jorge con sus alegrías familiares unas veces, otras con angustias apretadas en el interior de su pecho. Allí buscó los más cercanos amigos para hacerles saber cómo lo estaba invadiendo un natural cansancio de la vida y como empezaba a mirar con  particular simpatía la cercanía de la muerte.
Diez años nos permitió la vida tener en el café la compañía y la presencia de Jorge  todas las tardes, ahora, ya no habrán ausencias. El ser humano con sus realizaciones y trabajos logra la intemporalidad, vence el tiempo y derrota la muerte.  Siempre estarás con nosotros, en nuestro recuerdo, en nuestra memoria.
Adiós Jorge, amigo de todos, que el aire de nuestros blancos pañuelos que batimos para despedirte y la grata y siempre amable brisa de la tarde caleña que amaste tanto, te refresquen  el  camino de tu largo  viaje.

domingo, 19 de octubre de 2014

BARRIO OBRERO Y MATRACA

Por Volney  Naranjo Rodriguez

“Barrio mío que te quiero, porque  tus  viejos aleros,
fueron testigos que yo, también como tú,  fui obrero.”

Evaristo Carriego, el buen poeta  argentino que  echó las bases literarias para la poética del tango, se empeño en distinguir bien el barrio del suburbio. Y vale la pena evocarlo como referencia al cumplirse los 50 años de Matraca, un sitio de tango y bohemia, ubicado en una esquina del Barrio Obrero.
El suburbio, según Carriego, es la contemplación  a distancia de los  cinturones de miseria  y la amalgama de sectores de la marginalidad social que se desdibujan  entre  sí, sin una identidad definida.
El barrio es el lugar cotidiano  donde crecimos  a la vida, donde  recibimos los primeros impulsos de  nuestra formación, el sitio de nuestras primeras querencias, donde una circunstancia incierta fue elaborando nuestra personalidad, los mandados de la mamá, la tienda de la esquina, la primera tentativa de un amor, el viaje a la escuela, las primeras riñas y las mujeres  hermosas que pasaban rumbo al taller o a la fábrica y que eran las novias imaginarias de toda la muchachada.
Nuestro popular Barrio Obrero  de Cali, es igual  a cualquier barrio  de otras ciudades del mundo. Está construido con las pasiones desbordadas y arbitrarias de ciudadanos acosados  por las mismas cuitas y parecidas  angustias. No creo que haya mucha diferencia entre  esta  esquina del barrio caleño, con cualquier esquina de San Telmo, el viejo arrabal de Buenos Aires donde se  dio el malevaje diverso y variado  que desfila por los tangos de  Celedonio Flores, por los conventillos de Cadícamo o por los versos de Contursi.
Todos llevamos entre  los vericuetos de nuestras sensibilidades  alguna esquina del viejo barrio donde crecimos, donde escuchamos las primeras canciones que  acunaron  en nuestro interior  los  recuerdos de la infancia, la adolescencia o la juventud,  que hoy miramos  desde la  colina de nuestras vidas, unas veces con alegría y otras con nostalgia.
El Barrio Obrero con sus casas ubicadas sobre lotes de trescientos o más metros cuadrados, construido por  antiguos ferroviarios y trabajadores de la cervecería  bavaría,  ha hecho  aportes muy importantes a la cultura  popular de la gran ciudad. Para el fútbol ha servido de almácigo con verdaderas figuras  sembradas hace mucho en la conciencia popular, para la música  es bueno recordar  al viejo zapatero  Benedito Valencia que entre  remontas y media suelas  le dejó a la composición colombiana obras tan perdurables y meritorias como Flor de Lodo, con múltiples versiones entre las cuales vale destacar la de los Trovadores del Cuyo, el conjunto  argentino que  ocupó los primeros lugares de ventas en la Odeón  y Viejo Farol, un tango criollo que  es muy conocido en la interpretación del caballero  Gaucho.
Muchas veces el Barrio Obrero  vio  el trasiego  de  Petronio Álvarez,  maquinista de los ferrocarriles en la ruta de Buenaventura, cuando a su sorda guitarra, trataba de  arrancarle sonidos en sus ratos de conocida  bohemia. Hoy toda la sangre morena del Barrio Obrero  concurre alegre y espontánea a las multitudinarias celebraciones del Petronio en reconocimiento del viejo Cuco, creador  de mi Buenaventura. Y sería interminable citar todos los personajes que el Barrio Obrero ha  entregado a la cultura, a la política y a  la vida social de Cali.
Matraca  es hoy un templo de la música  ubicado en el viejo y querido barrio  obrero, un lugar de la  ciudad que todavía conserva rasgos de su primigenia fisonomía y que ojalá no desaparezcan para regocijo y deleite de los que amamos  el ejercicio de combatir el olvido  acompañados de los  acordes de un buen tango o los arpegios  de un romántico bolero.  
 “Vieja esquina  de mi barrio, donde jugué en mi niñez,
congregación de recuerdos, hoy te evoco otra vez,
vieja esquina de mi  barrio con tu nocturno farol,
de callecitas angostas y muchachos en tropel,
Dónde estarán mis amigos, mis compañeros de ayer.”

La piqueta del progreso y  la transformación urbana van alterando el viejo paisaje citadino y solo  va quedando en la memoria colectiva los acontecimientos que logran  un valor artístico  o cultural. Matraca conserva  factores  de nuestra tradición como comunidad y mantiene, como en una postal, las  imágenes y sensaciones  que animaron  una época  que muchos recuerdan con la alegría de momentos inolvidables. La vida está hecha de eso, de los momentos que se niegan al olvido.
Pasar el umbral y entrar a Matraca es realizar un acto de magia. Allí, en ese espacio mítico, frente a la imagen gráfica de todos los ídolos que conserva la imaginería popular, desde la fulgurante Celia Cruz hasta la enigmática sonrisa de Gardel, desfilan en  religiosa comunión, los adoradores  de la evocación memoriosa  y del ritmo tajante.
El camaján con aire de compadrito, zapatos a dos colores y pinta para la ocasión, que ha repetido  frente al espejo la rutina de  quiebres y cortadas de un tango malevo con el que sorprenderá a la concurrencia. La jovencita, elegante y soñadora, que aspira a dejar el percal y  ensaya apasionada los giros de esa danza  de la sensualidad que ha de abrirle  caminos nuevos.
La gente mayor, que con elegancia peina canas, las damas  acosadas por la soledad que con sus amigas  se atreven a  buscar esparcimiento, todos concurren allí al encuentro con una  sonoridad del pasado que les permita el ejercicio evocador de momentos del  ayer que resulta  grato vivirlos de nuevo. Matraca es eso, un lugar de combate contra el olvido.     

Las ciudades  tienen  lugares sembrados en el corazón de sus moradores. El barrio obrero  está en el corazón de los caleños.

domingo, 3 de agosto de 2014

Pedro Morales Pino



BREVE RESEÑA HISTÓRICA Y
BIOGRÁFICA DE
PEDRO MORALES  PINO


POR: VOLNEY NARANJO RODRIGUEZ


REALIZADO PARA
COOPERATIVA FINANCIERA ROYAL
COFIROYAL
Santiago de Cali, Abril 9 de 1997

Pedro Morales Pino es uno de los músicos más importantes del Valle del Cauca y seguramente es, uno de los pocos que ha hecho un aporte serio  a la forma  de interpretar  y escribir  el bambuco  que hasta  ese momento  era un aire campesino o folclórico con referencias épicas  o reminiscencias románticas y bucólicas pero imposible de escribir.


Nace Pedro Morales el 22 de Febrero de 1.863 en el municipio de  Cartago – Valle. Fueron sus padres doña Barbara Pino y don Ramón Morales, el bautizo lo realizó el presbítero José Gabriel Ferreira el día 24 del mismo  mes con el nombre  de Pedro Pascasio de Jesús.
Tuvo tres hermanos: Arcelia, Luisa y José.
Su hogar fue excesivamente pobre y su crianza  se caracterizó por las  naturales limitaciones que esta  situación implica.
Su señora mamá, que llevaba el peso del hogar, se desempeñaba como panadera en una industria familiar que tenía como vendedor al infante Pedro Morales que recorría a temprana edad las calles de Cartago ofreciendo los productos que en casa se amasaban.
Andando las calles de su ciudad natal, en su prematuro oficio de vendedor  callejero, conoció los lugares  de farándula que los había muy buenos; y muchas veces  fue buscado por sus padres  para requerirle la presencia en el hogar y siempre lo encontraban en los sitios de tertulia escuchando emocionado las ejecuciones  musicales  de la época. A la edad  de 8 años la mamá le regala el primer tiple para estimular las ventas y la inquietud musical del  niño que mostraba gran interés por interpretarlo.
Las primeras  lecciones de música y técnica para interpretar el instrumento las recibió del conocido y popular José Hoyos – Josesito – quien despertó de manera consciente  las altas virtudes y cualidades que el infante tenía para iniciarse en el estudio musical.
Igualmente recibió clases de bandurria, bandola o lira – nacería más tarde – del profesor Ramón Antonio de la Peña. En el año  de 1.878 la familia se traslada a la ciudad de Ibagué, donde vivía la abuela de Pedro, la madre de doña Barbara Pino.
El viaje no tenía más motivo que buscarle un medio apropiado al joven e incipiente músico de 15 años que ya mostraba las grandes posibilidades en el difícil arte musical.
En la ciudad de Ibagué la madre se coloca al servicio de la familia Sicard Pérez.
Esta familia se interesó por  dar estudio al joven Pedro Morales, no solo en la línea musical y lo estimuló a estudiar pintura, actividad en la que el adolescente mostraba habilidades especiales fundamentalmente en el campo del dibujo.
Esta facilidad para el dibujo fue descubierta por la familia Sicard Pérez cuando el joven al contemplar una ampliación fotográfica de la señora Pérez de Sicard la reprodujo a lápiz  y la regaló a la jefe de la familia. Esta familia Sicard Pérez fue definitiva en la vida y obra del que luego sería  el maestro.
Conocidos por ellos las posibilidades que como músico y pintor tenía  el joven Pedro Morales Pino le facilitan el traslado a Bogotá y lo matriculan en la academia de Alberto Urdaneta donde estudia dibujo al crayón y cultura general.
En esta  academia  existía  una buena  y amplia biblioteca que el estudiante aprovecha bien.
La familia Sicard Pérez quiso complementar los estudios de Pedro en Europa pero por circunstancias diversas este propósito se frustró.
A la vez que avanzó en los estudios de dibujo y pintura profundizó en la música  que continuó estudiando en forma directa y personal.
En el año de 1.881 –a los 18 años- participa en la exposición Nacional  de pintura en Bogotá con obras y retratos  que despertaron el interés de los expertos y entendidos en esta materia.
Para ese año ya era músico ejecutante de alguna calidad y lo conocían personas  del medio que comenzaban a interesarse por el joven intérprete.
En esa época ya eran contertulios habituales en su estudio los señores Fulgencio García y Emilio Murillo.
El 2 de Marzo de 1.882 Jorge Wilson Price  funda la academia  nacional de música y Pedro es el primer alumno en matricularse. Estudia por dos años teoría  de la música y armonía bajo la dirección del célebre y conocido músico Julio- Chapín- Quevedo Acevedo.
Organiza el primer dueto y el 5 de noviembre de 1.884 debuta en el teatro Maldonado con gran éxito.
En el mes de diciembre  del mismo año, el día 5, al mes del primero, presentan el segundo concierto dedicado al  cuerpo diplomático acreditado en Bogotá, emocionados confirman cualidades de los intérpretes, especialmente al músico Pedro Morales Pino, Director e intérprete de la Bandurria.
El repertorio destacó en forma principal obras y fragmentos de la música Colombiana e incluía algunos valses de origen Europeo.
En el año de 1.886 – tenía 23 años – funda el trío Colombiano. Fueron sus compañeros Vicente Pizarro y Rafael Riaño. El trío lo integraban tiple, guitarra y bandurria.
El joven maestro Morales Pino a los 23 años alternaba la música y la pintura.
En marzo de 1.889 vuelve a Ibagué donde aún vivía su señora madre y permanece en esta ciudad donde ejerce la cátedra musical  hasta el año de 1.893. Organiza varios grupos musicales sin mayor  trascendencia  y vive de las clases de guitarra y bandurria.
En 1.894 organiza un grupo musical  en el que intervienen Carlos Umaña, Maria y Sofia Paz, igualmente hace parte de éste en condición de violinista el más conocido poeta de la época, Julio Flórez. El éxito de este conjunto fue desbordante según las crónicas del periódico “El Rayo X”.
En 1.895 – a los 32 años – Funda la lira Colombiana. Este grupo logró el reconocimiento Nacional e internacional y es, a través de la historia de la música  Colombiana, el más selecto y magistral intérprete de nuestros aires musicales y quien logra darle forma a nuestra precaria identidad cultural.
La lira Colombiana estaba integrada por Pedro Morales Pino, intérprete de la bandurria, Fulgencio García y los hermanos Romero, bandurria, y varios tiples en donde sobresale el de Carlos –el ciego escamilla– Julio Valencia y William Zikceizem en los chelos y Elías Forero en el violín, en la guitarra se desempeñaban Gregorio Silva y Silvestre Cepeda.
El éxito de esta agrupación no tiene antecedentes en la historia de la música colombiana. Fue el conjunto consagrado y agotaron presentaciones y conciertos  para teatros y salas de aquel  entonces.
La bandola o Lira como se conoce este instrumento y tal como permanece hasta hoy fue creada por Pedro Morales Pino y él mismo la estrenó  en un  recital que ofreció en el teatro Maldonado de Bogotá  el día  30 de noviembre de 1.898.
El instrumento fue construido en el taller artesanal de don Jorge E. Montoya. El cual  llevaba por nombre y como homenaje al conjunto “Taller de la Lira Colombiana”.
A juicio de los historiadores y músicos investigadores de Colombia el gran mérito de Pedro Morales Pino no está solamente en su alta calidad interpretativa, pues fue un músico de concierto y director de mucho mérito. Su gran aporte está en el hecho de haber investigado los aires nacionales y haber contribuido a definir sus ritmos y establer la forma de escribirlos.
Este aspecto tiene especial relevancia histórica, pues una cosa era la música colombiana antes y otra muy distinta después  del aporte de Morales Pino. Fue Pedro Morales quien llevó al pentagrama y definió la manera de escribir en él ese fenómeno rítmico de nuestro bambuco conocido con el nombre de síncopa que introduce al ritmo un movimiento de contrapunto que le da características especiales. Que tipifica la música ancestral nuestra y que lo hace casi imposible de interpretar para quien no tenga en sus venas  la sangre andina y montañera de los abuelos.
Después de Pedro Morales Pino el bambuco encontró la forma de llegar al pentagrama y de allí la posibilidad de ser interpretado por grupos  de diversa índole y por orquestas de todo tipo dándole así consistencia y forma definitiva a nuestra principal expresión cultural de origen típico y tradicional.
Para decirlo  de una manera más clara y contundente, Pedro Morales Pino volvió  cultura lo que hasta entonces era más o menos expresión aislada de nuestra inquietud creativa como nacionalidad. Hasta el día de hoy y a pesar  del desarrollo de la música, el bambuco se escribe  tal como  lo definió el gran maestro Vallecaucano.

Vuelve a Casa
En el año de 1.899 – a la edad de 36 años – Pedro Morales  vuelve a su tierra natal, el Valle del Cauca.
Aparece ante la sociedad Caleña dando un recital en honor a la mujer Vallecaucana el 22 de Julio de aquel  año y recibe el reconocimiento en pergamino que le entregan con las firmas del notablato de la época y el gobierno se hace presente con medalla de Oro.
El homenaje a la mujer Vallecaucana precisamente en Cali y a su regreso después de 22 años de ausencia es interpretado como un  reconocimiento y homenaje a su señora madre, quien a pesar de su miseria  y dificultades, luchó por dar al hijo las posibilidades de formarse y llegar a ser el hombre culto y el intérprete magistral y gran creador de cultura musical que fue.
Sin embargo como la dicha nunca es completa y la vida  caprichosa, es precisamente en Cali donde la “Lira Colombiana” se empieza  a disolver  para amargura y tristeza de todos, especialmente de Morales Pino.
Tres de los más importantes integrantes de la agrupación deciden separarse.
Julio Valencia – El Chelista- se enamora en Cali y contrae matrimonio con la dama Matilde Zamorano. De esta unión nace para bien de la música uno de los  más grandes maestros, Antonio María Valencia, gloria de Colombia y fundador del conservatorio de Cali, que lleva su nombre.

Presencia internacional  de la “Lira Colombiana”
“La Lira Colombiana” bajo la dirección de Pedro Morales logró  llevar nuestros aires a otros países, recorriendo Centroamérica en donde fueron recibidos con gran éxito y acogidos con beneplácito por embajadas culturales y gobiernos.
Es  de destacar como nota curiosa que en los países de Centroamérica siempre estuvo en la agrupación  el poeta Julio Flórez, quien alternaba la interpretación  del violín  y el tiple  con la declamación.
En los Estados Unidos visitaron Nueva Orleans, San Luis, Búfalo y finalmente permanecieron buen tiempo en Nueva York, donde se presentaron  en 4 de Julio de 1.902 con motivo  de la celebración de la independencia de Estados Unidos.
Lo que quedaba de la “Lira Colombiana” se termina de desintegrar en la ciudad de Nueva York, allí se queda Pedro Morales y se dedica a escribir música para la casa Brainard y alterna la enseñanza de los instrumentos típicos nacionales – tiple, lira y guitarra.-
En febrero de 1.905 de regreso de Nueva York, se queda en Guatemala en donde contrae  matrimonio con la dama Francisca Llerena. El gobierno Guatemalteco lo nombra catedrático en instituciones oficiales de ese país y trabaja paralelamente la pintura. Logra en este país distinciones  oficiales de alto mérito por virtud de su alta calidad de artista y músico.
En el año de 1.912 decide regresar a Colombia acompañado de su esposa y tres hijas – Alicia, Rebeca y Raquel.
A su regreso a Bogotá  decide crear de nuevo la “Lira Colombiana” y logra reestructurarla  con elementos  nuevos  entre los que se encuentran  las glorias  de la música Colombiana, Jorge Añez y Luis A. Calvo.
La presentación  en sociedad de la nueva lira  se lleva a cabo el mes de septiembre de 1.914 en el teatro municipal de Bogotá.
El 20 de Octubre de 1.916 muere en Bogotá la señora Francisca Llerena de Morales dejando viudo al gran compositor y sumido en profundo dolor y tristeza.
Ante ese hecho inesperado se liquida de nuevo la “Lira Colombiana” y el maestro decide volver a Guatemala en compañía de sus hijas para buscar la familia de la esposa fallecida.
En Guatemala trató de organizarse cuando todo indicaba que las cosas irían mejor el terrible terremoto de 1.917 destruye la ciudad  y decide volver a Colombia. Cuentan que para el regreso tuvo que empeñar todas las medallas y condecoraciones que quedaron definitivamente en manos del prestamista.
Arribó al país por Barranquilla en donde brindó varios conciertos acompañado al piano por su hija Rebeca.
Llega de nuevo a Bogotá y su interés fundamental se orienta hacia la reorganización de la “Lira Colombiana” que por la partida del director se encontraba  totalmente desintegrada. En ésta última etapa se integraron los cantantes Alejandro Wills  y Alberto Escobar.
Presentan varios conciertos en los teatros Colón y Municipal y surge la iniciativa de una posible gira por los países de Sudamérica, para este empeño buscó el apoyo oficial sin resultados positivos.
Emprendida ésta que sería la última gira del grupo, pasan por Cali, prosiguen y llegan a Quito y finalmente a Lima ciudades en donde logran éxitos rotundos.
Paradójicamente después de los célebres triunfos  en Ecuador y Perú, es en la ciudad de Lima donde se desintegra la “Lira Colombiana”.
Vuelve  el maestro Pedro Morales a Bogotá  con el sabor agridulce de sus multiplicados triunfos y fracasos.
Se dedica un tiempo a la pintura y la fotografía.
En el año de 1.925 participa en el concurso nacional de música que se realiza en el teatro Colón  y gana el primer  premio.
Su vida económica en los últimos años es de grandes limitaciones. Vive de las clases particulares en completo abandono de las entidades oficiales.
Acosado por múltiples dolencias ingresa al hospital de San José, donde lo alojan en la llamada sala de caridad para indigentes. Los más connotados  artistas de la época organizan una velada promovida por Don Didoménico, propietario del teatro Olimpia con el fin de ayudar al maestro.
Lo atendieron los médicos Ricardo Acevedo Bernal e Isaac Rodríguez, amigos y admiradores del gran artista.
El día 4 de marzo de 1.926 muere Pedro Morales Pino en la más absoluta miseria  y en total abandono del Estado.
Un decreto del presidente Pedro Nel Ospina ordena que los gastos del sepelio sean asumidos por el gobierno, esta, fue la única ayuda oficial que tuvo.

La Obra
La importancia de la obra del maestro Pedro Morales Pino es realmente incalculable. Pues a más de ser el creador de la bandola tal como hoy se usa y toca, instrumento que integra con el tiple y la guitarra la historia de los instrumentos típicos, descifró y ahí está lo grande, la manera de escribir en el pentagrama el ritmo sincopado del Bambuco, permitiendo así que pudiera ser recopilada la gran producción de música nacional que de no haber sido por el  aporte de Pedro Morales se hubiera perdido en la noche larga del tiempo pues antes no había cómo hacerlo de una manera seria y exacta.
Pedro Morales Pino no sólo nos dejó su obra fabulosa, sino que permitió  salvar para la historia cultural del país la obra de quienes habían hecho música en beneficio  de la identidad nacional; incluimos  algunos títulos  de la obra más conocida del maestro.
Bambucos: Lejos de ti, Cuatro preguntas, Ya ves, Fusagasugueño, Nunca mía será, Trigueñita, Tierra mía. Danzas: Negra, Ojos negros, Genta, Aura, Blanca, Esquiva, Lira Colombiana, Divagación, Onda fugaz, Andina, Cautiva, María Luisa, Sara, Retorno, Encantado de verte, La madrileña, Penumbra, Colombia. Pasillos: Volutas, Lejanía, Joyeles, Isabel, Paulina, Calavera, Tartarín, Lejos de la patria, El sofocón , El chucho, Pepe, Recordando, Saltarín, Adiós, Una vez, Ausencia, Iris, Pierrot, El chispazo, En la brecha, El chato, Leonilde, Rumor, Reflejos, Recuérdame, Claveles rojos, Intimo, Confidencias, Rayo X, Rayo de Luna, Latigazo en buena hora, Aquí estoy. Valses: Los lunares, Los Gnomos, Vida Bogotana, Voces de la selva, Mar y cielo, Cecilia, Evocación, Josefina, Recóndita, Sombras, Horas del campo, Claroscuro, Margarita, Minerva, Natal, Nupcial, Nostalgia, El Marino, Once de Noviembre, Impresiones de Guatemala, Vuelta a la vida. Marchas: (4), Polkas: (13), Tangos (4), Serenatas (2) y numerosas piezas para orquesta. Los restos del maestro reposan  en un mausoleo de la ciudad de Cartago y el conservatorio de esta ciudad lleva su nombre. La importancia del maestro Pedro Morales y el reconocimiento que de su condición de gran músico se hacía en su época puede inferirse por los colegas que tuvo como compañeros, en el conjunto “Lira Colombiana”.
Estuvieron siempre presentes, juntos o en forma alterna, grandes compositores y ejecutantes que contribuían  con su conocimiento a dar la importancia que la agrupación logró.
Emilio Murillo, eminente músico Bogotano, autor de obras  que hoy perduran como clásicos y que son referencia  obligada de nuestra cultura tradicional.
Fulgencio García, autor de la gata golosa, obra instrumental  que hace parte de la más exigente antología colombianista, Luis A. Calvo, considerado una verdadera gloria y autor de una obra de origen culto. Con los intermezzos  bastaría.
La presencia del ciego Escamilla  como tiplista y la participación del poeta Julio Flórez, dan testimonio del alto concepto que la sociedad de entonces tuvo de la obra del maestro que logró agrupar a tan eminentes compañeros.

Santiago de Cali, Abril 9 de 1.997

Señor Don
Mesias Duque López
Gerente Cooperativa Financiera Royal – COFIROYAL
Ciudad

Apreciado Amigo Mesías
Adjunto encontrara el trabajo que por solicitud suya he realizado en relación  con la vida y obra del maestro Pedro Morales Pino.
Lo entrego a usted y a la cooperativa en la seguridad de haber efectuado una investigación seria que a pesar  de lo breve, comprende lo más importante y meritorio de la obra del gran maestro  vallecaucano.
Este texto puede facilitar toda consulta y servir de instrumento de trabajo para los medios educativos.
Creo haber cumplido con toda responsabilidad su honroso encargo.
Cordialmente,
VOLNEY NARANJO RODRIGUEZ